sábado, 22 de octubre de 2016

Cenando con Elba Rodríguez en los agachaos



Elba Rodríguez come un majau de pato en los agachaos del Avión Pirata, mientras nos cuenta cómo ha cambiado su vida en el último año. Es jueves por la noche y ya probó un rapi, ‘picoteó’ un picante mixto y bebió chica de maíz. Está acompañada por su pareja, por su hija que cumplirá su primer año en Santa Cruz y por su representante.

La embajadora de la gastronomía boliviana en Argentina fue invitada por Coca Cola para ser jurado del concurso de cocina que organiza la multinacional. Su curiosidad la trajo hasta acá en busca del sabor auténtico de la cocina popular de Bolivia. “La sazón verdadera está dentro de casa”, dice con el tenedor en la mano.

La última vez que la ganadora del programa Master Chef (Argentina) estuvo en Santa Cruz fue hace un año, cuando recibió de EL DEBER el Patujú de Bronce por ser uno de los personajes del año. Con su personalidad arrolladora, cuenta que en este lapso su vida ha cambiado rotundamente.

Buen provecho
“Falta la mandioca ¿no?”, reclama, mientras se va acabando el majau batido. La marca Elba Cocina está registrada y está impresa en todo lo que emprende. Por ejemplo, así se llama su canal de YouTube en el que tiene más de 600 seguidores y cuenta con 50 videos en los que prepara platos latinoamericanos. “Incluso preparé masaco de plátano y tuve que hacerlo en un mortero porque no tenía tacú”, relata.

Con entusiasmo cuenta que abrió un servicio de catering de platos bolivianos para todo tipo de eventos. “La gran estrella es la sopa de maní”, dice. Y asegura que una vez preparó 3.000 porciones de este caldo para una feria tecnológica. Le preguntamos ¿qué personalidad probó aquel caldo que es un patrimonio nacional? Y menciona al Bahiano, el exvocalista del grupo Los Pericos.

Mientras las personas que la reconocen aprovechan para tomarse fotografías con ella, nos cuenta que ya tiene su propio ‘food truck’ (camión de comida). Con este vehículo visita diferentes eventos gastronómicos. “Al hipódromo de Palermo llevé la sopa de maní, el pique macho y el sándwich de chola. Es muy lindo escuchar a la gente que no es de la colectividad boliviana decirte: ‘Me das un chola’ o ‘dame un a lo macho’. Me pone muy contenta dar a conocer los sabores que me transmitió mi familia”, relata.

La sazón
Estos emprendimientos dan trabajo a su familia porque aclara que fueron sus seres queridos los que la apoyaron desde un principio y lo siguen haciendo. Por ejemplo, su padre hizo un horno de barro en su casa para que ella pueda cocinar el pernil. “Tengo varios hornos a gas, pero el olorcito a humo que impregna el de barro es algo que no tiene comparación. Para un catering que hace comida andina, el horno de barro no puede faltar”, sostiene.

Uno de sus proyectos más ambiciosos es una escuela de cocina, que en realidad es un centro multieventos, que prevé montar en el tradicional barrio de Palermo. “Será mi lugarcito donde desarrollaré mi pasión, la gastronomía. La idea es romper barreras y que la colectividad boliviana salga de (los barrios de) Flores y Liniers y se expanda para otros lados”.
Pronto lanzará su segundo recetario, pues el primero está a punto de agotarse. Y se mantiene atenta a todos los requerimientos de la comunidad boliviana en Argentina, y es que Elba sabe que no solo es una excelente cocinera, sino que es un símbolo de superación


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