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jueves, 2 de julio de 2015

El ‘MasterChef’ cumple 25 años en la pantalla



MasterChef, uno de los programas de moda en el mundo, cumple un cuarto de siglo, 25 años en los que poco queda del formato británico original. Se mantiene el afán de los aficionados a la cocina por ocupar ante las cámaras un espacio tradicionalmente reservado a los profesionales de los fogones.

Aspirantes a chef llevados al límite, jurados que oscilan entre el juez implacable y el cómplice o retos en los que cocinar para cientos de comensales vip y todo ello bajo la fiscalizadora mirada del reloj, pero donde, normalmente, reina el buen ambiente.

Un concurso de ritmo trepidante y con un marcado sentido de la competitividad que ha sido capaz de seducir a la audiencia con una fórmula que se puede ver en más de 40 países, desde Argentina a Bangladesh, de China a Perú, o de Estados Unidos a Colombia. (La Boliviana Elba Rodríguez fue la ganadora del concurso en Argentina el año pasado). Todos ellos versiones de una misma franquicia que tiene su origen hace un cuarto de siglo, cuando el 2 de julio de 1990 la británica BBC lo puso en antena.

Los programas de cocina son un clásico en la pequeña pantalla, aquellos en los que un chef, con mayores o menores capacidades didácticas, guía a la audiencia para resolverle la comida del día, una fórmula que ha ido abriendo sus fronteras más allá de las amas de casa a las que, en un principio, estaban dirigidos.

El padre de esta idea “revolucionaria” fue un hombre polifacético, el director de cine, empresario, guionista y productor televisivo Franc Rodamm, uno de cuyos trabajos más reconocidos fue la película Quadrophenia (1979), quien con su nuevo programa quería “democratizar la comida”.

A comienzos de la década de los 90 MasterChef poco se parecía al macroconcurso actual, ni siquiera existía el famoso logo de la “M” rodeada de dos círculos que recuerda una arroba, sino que era una medalla con un gorro de cocinero, junto al nombre del programa y el año de la edición.

Los concursantes están dispuestos a todo sacrificio para lograr un premio que incluye, según cada país, dinero en metálico, la publicación de un libro de cocina, becas para estudiar en prestigiosos centros culinario, pero, sobre todo, convertirse en el Masterchef.

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