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miércoles, 23 de julio de 2014

¿Acaso Olga Tañón no iba a ganar Yo me llamo?

Días antes de la final de la cuarta temporada de Yo me llamo, las historias sobre un supuesto arreglo para que la imitadora de Olga Tañón se quede con el premio generaba consternación entre los seguidores del reality show. El rumor se regó por whatsapp y en cuestión de horas las señales de desprestigio para el programa de Unitel eran evidentes.

El chisme, de origen incierto, tuvo como patrocinador a un programa televisivo de otra estación. Sus responsables alentaron las dudas sobre la imparcialidad del jurado, la credibilidad del canal anfitrión y recalcaron la metida de pata que tuvo Unitel en la anterior final, cuando grabó la definición del ganador.

Lo cierto es que los instigadores quedaron mal parados cuando el ganador resultó el ‘doble’ de Leonardo Favio. ¿Qué pasó? ¿acaso no estaban seguros de otro resultado? Y es que la infamia está campeante entre los terroristas, los cazadores de ballenas, los comedidos ‘whatsappeadores’ y algunos opinadores televisivos.

Estos personajes pueden jurar por sus madres que tienen la verdad y, al día siguiente, después de verse burlados, hacen como si nada hubiera pasado. Estos señores no admiten equivocación y continúan en los estudios, impunes con los faroles quemándoles el maquillaje; sin embargo, me alivia el recordar a las criaturas caídas del nuevo testamento, a las cuales también les llegó el fin de temporada. Ahí los quiero ver llorando ante su audiencia, diciendo que nos quieren mucho y que nos desean las cosas más bonitas del mundo

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